lunes, 1 de agosto de 2016

No alcanzan las lunas

Es noche de Luna en cuarto creciente.
¡Estúpido satélite que no crece para mí!
Quisiera que a esta altura alcanzara, pero no es así. No alcanza ni con que coloque mis ansias o mi sangre como ofrendas.
¿Dónde está ese ser superior?
Puro y blanco como el primer copo de nieve de Navidad.
Este año papá y mamá me prometieron el mejor regalo que me pudieran dar. Sin embargo no lo pude encontrar. O peor aún, lo arrancaron de mis manos y no lo pude ni mirar.
Por favor decime, dama besadora, ¿qué hago con todo lo que le dije?
¿A qué clase de cajón va el amor no demostrado?
¿Qué hago con toda esta ropa que se me pega al cuerpo y no me deja ni caminar?
Y la Luna sigue en su fase, adolescente caprichosa. ¡Luna, seguí tu curso, dejame ser adulto!
Me gustan las responsabilidades.
Y vuelvo a fumar, acodado a la ventana, siempre en el mismo lugar, mirándola, adjudicándole mis rasgos o los tuyos, o algo que me dé consuelo. Que explique qué mierda pasa, por qué me quedé tan solo y apartado, tan ciego e idiotizado. Sin latidos regulares, tan enfermo terminal.
Ayudame, decime qué clase de cosa serviría para tapar toda su risa en polvo sobre los muebles.
Qué hago con esas charlas y canciones verdes.
Con esas imágenes indescifrables de vida.
Con tu primera foto como ser humano.
¿De qué me sirven estas manos si no pueden aferrar tu cuerpo natural? Ahora sólo se van a marchitar. Y que las hidrate con mis ojos no va a bastar.
¿De qué me sirve tener nombre y apellido, si el destino es la soledad?
“Estás tan ciego”, dicen los que pueden mirar. Yo solía ver cuando las lágrimas eran de otro color.
Decime cómo debo de seguir cargando con este cuerpo rasgado que no puede ni intentar ser normal.
Quiero mi parte del trato, la porción de torta que me correspondía.
Que soy muy joven, no lo puedo negar, pero hay cosas que me hacen sentir de más edad.
¿Ves? Otra vez Holden diciéndonos la verdad.
No sé si habrás entendido mi mensaje, no sé si te acordás.
Sólo quiero que sepas que fui más feliz de lo que las palabras pueden explicar.
Estaba repleto de dicha.
Este cuarto creciente no se va a llenar.
Y todo va a sobrar.
Se va a tener que tirar.
Los libros y los discos ya no cumplen su función.
Y ni aunque me quedara en este rincón apartado de mi pueblo deshabitado y colocara mi oreja hacia el centro de la Tierra, tratando de escuchar por donde vas o si te siento caminar…
Nada me va a despertar.

Quizás pueda quedarme así, quieto, para siempre, o al menos mientras dure el temblor o la noche se consuma. Quizás mañana pueda ver, y tarde o temprano, florecer.


2 comentarios:

ALDEAFELINA-CORUÑA dijo...

precioso ahijada!!

Mayra dijo...

Precioso Ivi!!!!

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