Es noche de Luna en cuarto creciente.
¡Estúpido satélite que no crece para
mí!
Quisiera que a esta altura alcanzara,
pero no es así. No alcanza ni con que coloque mis ansias o mi sangre como
ofrendas.
¿Dónde está ese ser superior?
Puro y blanco como el primer copo de
nieve de Navidad.
Este año papá y mamá me prometieron
el mejor regalo que me pudieran dar. Sin embargo no lo pude encontrar. O peor
aún, lo arrancaron de mis manos y no lo pude ni mirar.
Por favor decime, dama besadora, ¿qué
hago con todo lo que le dije?
¿A qué clase de cajón va el amor no
demostrado?
¿Qué hago con toda esta ropa que se
me pega al cuerpo y no me deja ni caminar?
Y la Luna sigue en su fase,
adolescente caprichosa. ¡Luna, seguí tu curso, dejame ser adulto!
Me gustan las responsabilidades.
Y vuelvo a fumar, acodado a la
ventana, siempre en el mismo lugar, mirándola, adjudicándole mis rasgos o los
tuyos, o algo que me dé consuelo. Que explique qué mierda pasa, por qué me quedé
tan solo y apartado, tan ciego e idiotizado. Sin latidos regulares, tan enfermo
terminal.
Ayudame, decime qué clase de cosa
serviría para tapar toda su risa en polvo sobre los muebles.
Qué hago con esas charlas y canciones
verdes.
Con esas imágenes indescifrables de
vida.
Con tu primera foto como ser humano.
¿De qué me sirven estas manos si no
pueden aferrar tu cuerpo natural? Ahora sólo se van a marchitar. Y que las
hidrate con mis ojos no va a bastar.
¿De qué me sirve tener nombre y
apellido, si el destino es la soledad?
“Estás tan ciego”, dicen los que pueden
mirar. Yo solía ver cuando las lágrimas eran de otro color.
Decime cómo debo de seguir cargando
con este cuerpo rasgado que no puede ni intentar ser normal.
Quiero mi parte del trato, la porción
de torta que me correspondía.
Que soy muy joven, no lo puedo negar, pero
hay cosas que me hacen sentir de más edad.
¿Ves? Otra vez Holden diciéndonos la
verdad.
No sé si habrás entendido mi mensaje,
no sé si te acordás.
Sólo quiero que sepas que fui más
feliz de lo que las palabras pueden explicar.
Estaba repleto de dicha.
Este cuarto creciente no se va a
llenar.
Y todo va a sobrar.
Se va a tener que tirar.
Los libros y los discos ya no cumplen
su función.
Y ni aunque me quedara en este rincón
apartado de mi pueblo deshabitado y colocara mi oreja hacia el centro de la
Tierra, tratando de escuchar por donde vas o si te siento caminar…
Nada me va a despertar.
Quizás pueda quedarme así, quieto,
para siempre, o al menos mientras dure el temblor o la noche se consuma. Quizás
mañana pueda ver, y tarde o temprano, florecer.
2 comentarios:
precioso ahijada!!
Precioso Ivi!!!!
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